Si tuviera vida no la soltaría, ella cada noche me acompaña a seguir soñando, es suave, es larga, ella es testigo de mis sueños más profundos que jamás alguien sabrá.
Sólo ella y yo seremos cómplices de mis secretos.
No todo se podrá decir, pero el sentimiento que guardo en mi queda plasmado cada noche en ella. Porque siente el amor que quise un día entregar, pero mis miedos me separaron de lo que deseaba tener.
Si mi almohada pudiera ver, no dejaría de mirar el cielo por esa rendija que me gusta dejar cada noche, sólo para ver los rayos de luna que se infiltran por la ventana que queda a un lado de mi cama.
Si mi almohada oyera, escucharía mis palabras de buenas noches amor y muchos besos demostrando lo que aún siento por alguien que me alejo de su lado y que vuelve de ves en cuando y los llantos que muy pocas veces me han dejado y despertado algunos sueños agobiantes, pero a veces incomprensible.
Si mi almohada tuviera brazos, estoy segura que muchas veces me abrazaría, pero me conformo con su suavidad que imagino que es la ternura que me puede dar.
Pero no me estoy volviendo loca, sólo agradezco a la imaginación, al sentido del tacto y a mis sentimientos que hasta un pequeño pedazo de tela le pueda entregar tanto cariño, sólo por ser mi compañera de cada noche.
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